En la práctica clínica también nos encontramos con personas que sufren por convivir con un elevado nivel de conflictos internos provocados por la no aceptación y, a veces, desconocimiento de quién verdaderamente uno es. Estar peleados con aspectos de nosotros mismos y hacer un juicio negativo sobre lo que pensamos, hacemos o sentimos es una gran fuente de sufrimiento. Las culpas que arrastramos y asuntos inconclusos del pasado hacen que muchas veces no queramos ni siquiera mirar que están ahí, de tal modo que la negación de esta realidad nos empuja a proyectarnos en un futuro que aún no ha llegado, generando ansiedades anticipatorias, apoyadas en fantasías catastróficas que nos hacen sufrir.

Dejar de estar peleados con nosotros mismos y dedicarnos una Mirada amable, amorosa y compasiva hace que el nivel de sufrimiento descienda, pudiendo asimismo, ofrecer esta misma Mirada a los que nos rodean.

Desde La Buena Mirada y por nuestra formación especializada, en la intervención psicológica con el adulto, tenemos una especial consideración al hecho de que forma parte de un sistema familiar desde el que se entienden mucho mejor muchas de sus dificultades. Por lo que la relación con la familia cobra una especial importancia. Así mismo, dedicamos una especial atención a todo lo que acontece en el cuerpo, siendo receptor y contenedor de todos nuestros pensamientos, emociones y motivaciones. Y todo ello atendiendo a lo que sucede en el aquí y ahora, que es, generalmente, el motivo de la consulta.

No es necesario tener problemas graves para buscar ayuda profesional. La terapia psicológica está también indicada en estos casos para alcanzar un mayor nivel de autoconocimiento y bienestar así como para prevenir futuros trastornos, cuidando así del estado de salud y fortaleciendo las partes sanas y adultas del individuo.