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Y tú, ¿dónde estás?

por Mª Teresa Álvarez Consuegra

«Allí donde ponemos nuestra atención, algo crece o florece… y se hace más grande».

Me gusta imaginar que cada día, durante el descanso nocturno, se nos recarga la batería, y generosamente nos regalan 100 unidades de energía para disponer y gastar durante el día. Yo elijo en qué quiero gastarlas: planificar el día, trabajar, poner lavadoras, cocinar, pasear, jugar, pensar lo que quiero comer, salir a correr, fantasear con lo que ocurrirá mañana, pasado, el mes que viene… colgarme de aquello que sucedió y que me dejó revuelto/a… quejarme de mi pareja, de los hijos, quizás de mis padres o mis amigos… estar preocupado/a y/o enfadado, y alimentar con mis pensamientos lo muy enfadado/a que estoy… ¡Quién sabe! ¡Tantas posibilidades para invertir nuestra energía!

El caso es que la vida está ocurriendo aquí y ahora, y muchas veces pasa por delante de nosotros, como el agua entre los dedos cuando se mojan mis manos debajo de un grifo… y, a veces, ni me entero de dónde está puesta mi energía, mi atención… Hacemos mil cosas automáticamente, con tanta dosis de rutina que a veces ni siquiera disfrutamos de eso que estamos haciendo,quizás se nos olvidó disfrutar… Estar presente en mi presente.

Otras veces “llevamos nuestro cuerpo a los sitios” y me cuento en mi cabeza… ¡pero si yo estaba allí! ¡Yo paso mucho tiempo con mis hijos…! ¡con mi pareja…! ¿Cómo es ese tiempo, esa manera de estar? ¿Estoy presente o está mi cuerpo pero mi mente está en otro lugar? Solo hay tres opciones para nosotros:

  • O estamos en el pasado, recordando lo que pasó, colgados de las emociones que quizás no quedaron resueltas un rato antes, y nos vamos a la cabeza a darle vueltas…
  • O estamos en el futuro, anticipando miedos, situaciones futuras, “dándoles de comer” a nuestras preocupaciones sobre lo que va a ocurrir o puede que ocurra…
  • O estamos en el presente, atentos justo a lo que está sucediendo en este momento, mirando a los ojos a la persona que tengo delante, interactuando con él/ella con toda mi atención y mis sentidos puestos en ese instante presente, observando lo que ocurre fuera y también dentro de mí… fluyendo, vibrando… quizás se trata de un rato de juego con mis hijos, quizás una conversación con mi pareja, quizás escuchando a un amigo, o realizando alguna actividad concreta…

¿Estamos realmente presentes o estamos permanentemente ausentes? ¿Mitad y mitad? ¿Quién hay “en casa”? ¿Ando fuera de mí resolviendo los asuntos de los demás? O ¿estoy conmigo acompañándome con lo que sucede dentro de mí? ¿Cómo es la cosa? Y en ti, ¿cómo es? ¿En qué andas tú? ¿Dónde está tu energía? ¿Se te va tu energía? ¿Eres consciente y lo elijes o estás dejándote llevar por todo lo que hay que hacer? ¿En qué hipotecas tu tiempo, tu mente, tu corazón? ¿Dónde está tu energía?

Una variable más se introduce en torno a nuestra atención y en cómo nos dispersamos: las nuevas formas de relación de nuestro siglo, las redes sociales… el móvil como entretenimiento, como forma de matar el aburrimiento, de llenar nuestros vacíos… ¿Cuánto tiempo paso mirando el móvil? Contestando mensajes, mirando grupos, pasando el dedo por la pantalla navegando por entre mis contactos… ¿Jugando? Sin ánimo de juzgar estas acciones, quiero poner el acento más bien en cómo es mi atención y en qué la pongo cuando estoy en interacción con los demás… las comidas con los móviles en la mesa, caminar por la calle sin ni siquiera mirar donde estoy pisando o si me voy a caer… contestar a una pregunta que me hace mi hijo/a con la mirada puesta en el móvil, desayunar con mi familia mirando el móvil, la tele… Nos distraemos, nos salimos de nosotros mismos y nos desconectamos de los demás y del momento presente. Y si no es el móvil, ¿cómo te desconectas tú?

Quizás pueda ayudar, para no dejar pasar la vida, poner atención a esta reflexión:  ¿estoy conectado conmigo mismo, atento a lo que ocurre dentro de mí o estoy más bien fuera? ¿Quién hay en mi casa? ¿Nadie?

Y tú, ¿dónde estás?

«El presente es cosa del gerundio».

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